no sos vos.
no soy yo.
son los fantasmas.
si se corrieran,
podríamos hablar.
vos, yo,
los fantasmas.
hablar de los fantasmas,
hablar de vos,
hablar de mí,
hablar de todo aquello
hablarlo todo.
no podemos hablar.
les tememos.
vos, a mí,
a tus fantasmas,
a los míos.
yo no le temo a nada,
porque los dejo aparecer
y tomarme. me dejo,
espero hasta que es ya
muy tarde, hacen lo suyo,
su aparición, y me llevan
a todos los infiernos
que conozco desde que nací.
en todos mis hogares,
convivo con ellos.
no les temo, te juro: no.
cada vez, hacemos las paces.
ni siquiera esperaba
que me rescataras.
no de ellos, digo.
quería que me salvaras
del silencio entre los dos,
del espacio y la pausa,
de la lejanía y la falta
de ese letargo frenético,
esa narcosis festiva,
ese frenesí inerte
instaldo en mí,
a partir de tus abrazos,
sobre todo, de tus palabras.
podemos abrazarnos.
podemos besarnos.
podemos volver a sentirnos.
decís, cuando pinte, un día.
cuando haga el amor su aparición.